domingo, 28 de junio de 2015

Tres teorías científicas para el invierno de Juego de tronos

Los personajes de la megaserie Juego de tronos no conocen exactamente cuándo va a llegar el invierno, al contrario que los habitantes de la Tierra, donde las estaciones empiezan y terminan siempre en la misma fecha.

Una de las principales particularidades del mundo fantástico recreado a base de la serie de novelas A Song of Ice and Fire (Una canción de hielo y fuego) del estadounidense George R. R. Martin, es la extrema variabilidad estacional.

Los veranos y los inviernos tienen una duración indeterminada y por eso los habitantes de los Siete Reinos se pasan la serie preguntándose cuánto se extenderán. Hay tres explicaciones posibles.

Eje de rotación
La inclinación variable del eje de rotación: en la Tierra las estaciones se deben a la inclinación de 23,5 grados de su eje. Gracias a esta, el hemisferio que está más cerca del Sol durante la rotación del planeta suele tener un clima más cálido (verano), y seis meses después más frío (invierno), ya que la Tierra tarda un año en dar la vuelta alrededor de su estrella.

Además, la inclinación del eje es extremadamente estable. Y en eso tiene que ver la Luna, mucho mayor que los satélites de la mayoría de los planetas.

Sin ella, el ángulo de inclinación deambularía en respuesta a los tirones gravitacionales del Sol y de Júpiter. Y las estaciones no serían tan estables.

Del planeta de Juego de tronos se sabe que tiene al menos una luna, pero tuvo otra que eclosionó tras acercarse demasiado al Sol y que liberó a miles de dragones. Ese cataclismo pudo provocar un cambio brusco en la inclinación del eje.

Segunda teoría: una órbita extremadamente alargada. La Tierra rota alrededor del Sol en una órbita elíptica, aunque prácticamente circular. Pero no todos los planetas giran formando un círculo casi perfecto alrededor de su estrella. Mercurio, por ejemplo, tiene la mayor excentricidad orbital de todo el sistema solar, el parámetro con el que los astrónomos miden cuánto se desvía la rotación de un cuerpo celestial del círculo perfecto.

Es de 0,2056, en comparación con el 0,0167 de la Tierra. Cuanto más cerca está el valor de cero, más cerca está la orbitación de ser circular. Al rotar de una forma elíptica muy pronunciada, hay momentos en los que el planeta está muy lejos del Sol, por lo que el clima es más frío que el del invierno de la Tierra.

Esta desviación también tiene consecuencias en la duración de las estaciones; una explicación que bien se podría aplicar a la serie

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