Roberto Gómez Bolaños, el Chavo, El Chapulín Colorado, el doctor Chapatín, el Chómpiras y tantos otros personajes de la vecindad y de los episodios tan cómicos como emocionantes y humanos, poblaron la vida de los bolivianos desde finales de los años 80 hasta nuestros días. No sólo construyeron un imaginario poblado de héroes que de tan cercanos e íntimos se hicieron parte de nuestra cotidianidad, sino enraizaron sus caracteres, su personalidad y especialmente su lenguaje que, de pronto, se volvió nuestro.
"Menso”, "huácala”, "chanfle”... y tantos otros mexicanismos fueron de pronto introducidos en nuestro vocabulario con una naturalidad casi autóctona.
Aunque aquella generación ochentera fue la heredera natural de las travesuras de el Chavo y las genialidades de Chespirito -en todas sus formas-, las nuevas, los jóvenes de todos los tiempos –y los fans de siempre- compartieron de igual forma esa impronta.
Pa’ que te digo que no, si sí... Chespirito es un ícono de la cultura latinoamericana y, además, claro, uno de los más geniales y versátiles comediantes. Pero más aún, el retratista de un modo de vivir y sentir que nos une.
Te vamos a extrañar, Chavito…
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