miércoles, 2 de enero de 2019

Año flojo para la televisión, hubo producción de interés en exitosas plataformas por internet como Netflix.



Qué lejos se sienten aquellos tiempos en que series como Los expedientes X, Sopranos, Hora de aventura o Breaking Bad parecían inyectarle nueva vida a la televisión y mantenían a la gente hablando por días, esperando ansiosos el próximo episodio.

Actualmente parece que solo Juego de Tronos genera ese gancho, y su ausencia se sintió este año, dejando un vacío enorme que no se llenó, por ejemplo, con las promesas de HBO: Westworld y The Deuce, ambas en su segunda temporada.

Westworld es un gusto adquirido. Demasiado complicada para su propio bien, necesita incluso de blogs especializados para explicar las líneas temporales que están ocurriendo en cada episodio. Intelectual, emocional pero inaccesible. The Deuce es una serie que derrocha estilo y posee un abanico de grandes actores dando lo mejor de sí. Pero para serie de culto, no tiene nada a su favor.

Walking Dead (Fox) le hace honor a su nombre y existe como una serie muerta en vida. Este año vio la salida de su personaje central y con él casi la mitad de sus fans, quienes llevaban años aguantando la mediocridad en la que se había sumergido la serie después de la introducción y desperdicio de Negan. Ni hablar de Los Simpsons, que en su agonía genera miles de cartas de fans pidiendo la cancelación para no seguir hundiendo su legado.

Riverdale, The Big Bang Theory, Flash, Supergirl y Arrow son los éxitos de Warner Channel. Fáciles de ver, predecibles y olvidables, le dan al público lo que quiere y apenas un poco más. Como será de formulática la existencia de estas series, que lo mejor del canal se lo llevó Supernatural en un capítulo especial donde los hermanos Winchester unieron fuerzas con Scooby Doo para resolver el misterio de la semana. El capítulo es animado y aun con guion flojo fue lo más original del año.

Pero no todo es malo o pobre. Atlanta (FX) es una de las mejores series que la gente no está viendo. Creada por Donald Glover (el nuevo Lando Calrissian en Solo) cuenta historias bizarras de barrio que van entre el humor negro hasta el horror, sin perder la esencia de ser una serie hip hop en un mundo anti Trump. FX también pasó American Crime Story: el asesinato de Gianni Versace, una delirante crónica en reversa (el asesinato ocurre en los primeros minutos) de quién, cómo y por qué sucedió este aberrante crimen. Mezcla de estética kitsch, humor negro y actuaciones merecedoras de premios, es otra de esas series que se descubrieron tarde y en repeticiones. Ricky Martin y Penélope Cruz están en ella y ni así la gente le pescó interés.

Hora de aventura vio el final de ocho años de existencia con un emotivo y hermoso final de cuatro episodios en Cartoon Network (con el primer beso lésbico en dibujos animados incluido). Y es que la animación a veces parece más desafiante que las series tradicionales. Patoaventuras regresó con historias que saltaban entre la nostalgia y el thriller (el misterio sobre la madre de los sobrinos de Donald fue una genialidad como hilo conductor entre los episodios). Steven Universe rompe todo lo conocido y se convierte en bandera simbólica para extender valores como la aceptación, tolerancia y respeto. De hecho, estos objetivos sociológicos fueron la inspiración para que She-Ra se arriesgue a reformularse como una opción feminista dirigida intencionalmente a replantear valores acerca de la amistad y el amor entre las mujeres.

Pero donde los dibujos animados ofrecen más que la televisión tradicional es en las plataformas digitales, que funcionan como verdaderas fuentes de entretenimiento inteligente. Libre de restricciones o preocupaciones como el rating, Netflix deleitó con la ya mencionada She-Ra, Glow, Bojack Horseman (mejor monólogo del año), Queer eye, Jessica Jones, Haunting of Hill House (mejor toma continua) y House of Cards. En otras plataformas destacaron Marvelous Mrs. Maisel, Cobra Kai (amor puro a los 80), The Terror, Vida, Red Table Talk, entre algunos.

¿Y Bolivia? Ay, Bolivia. Despéiname la vida fue el melodrama de Unitel que… bueno, era lo que prometía: una novela exagerada y mal actuada para las masas sin cable. Los Marquina (Red Uno) ya pasa los 115 capítulos y funciona como reality siguiendo la vida de la pareja de presentadores de Bigote. Mal editado y aburrido en extremo, desafía la lógica con su existencia. Calle 7 Ultra, Factor X y todas las revistas mañaneras son el resto de lo de siempre, recordándonos que a veces es mejor tomar un libro y leer, o salir a dar una vuelta hasta que empiece alguna repetición de Los Simpsons.

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