sábado, 8 de septiembre de 2018

Crítica de Insatiable, la nueva serie de Netflix

Netflix vuelve a abrazar la polémica con una nueva serie que ha conseguido ser estigmatizada antes de su estreno por la crítica estadounidense y por su público objetivo. No es para menos: como ya sucediera con Hasta los huesos, de nuevo la plataforma intenta internarse en un terreno farragoso desde una óptica extraña. Un guión tiene que ser muy inteligente para abordar problemas como los de Insatiable en clave de comedia negra. Y cuando hablamos de polémica, lo hacemos con letras mayúsculas: se recogieron 200.000 firmas de personas que pedían la cancelación de la serie antes de su estreno y los avances de la misma ya hicieron saltar todas las alarmas.

¿De qué trata exactamente Insatiable (Insaciable)? Narra la historia de "Patty la gorda" (Debby Ryan), una joven que ha sido víctima de bullying en el instituto por su peso, y su repentino cambio de aspecto físico, que marcará un antes y un después en su vida. De regreso a las clases, la nueva Patty, delgada y esbelta, pondrá inicio a su venganza contra sus antiguos acosadores, que la tratarán de forma muy diferente.

Por el camino se aliará con un coach con quien comparte un pasado similar que la encumbrará como estrella en competiciones de belleza locales.

Acción-reacción: a Netflix no le ha quedado más remedio que defender la llegada del proyecto a la pantalla. "El fat-shaming está en el ADN de la serie, pero el mensaje final es que lo más importante es sentirse cómodo", ha expresado Cindy Holland, vicepresidenta de la plataforma. "La creadora (Lauren Gussis) se sintió muy convencida de explorar estos temas según sus propias experiencias, pero satíricamente, de una manera muy exagerada".

Para quienes no estén al día de neologismos, lo que ha propiciado un tsunami mediático es ese fat-shaming, o, dicho de otra manera, que la serie convierte el exceso de peso una diana: los gordos/as son tratados como enfermos, con una relación con la comida no solo tóxica sino repugnante y deben avergonzarse de su aspecto y aspirar a transformarse mágicamente hasta alcanzar el ideal de belleza actual, con el que de hecho conseguirán abrirse puertas (queda patente desde el primer episodio que el físico es ante todo un arma que sirve tanto para ganar un juicio como para embelesar a un incauto como para, aquí lo más preocupante, vengarse de los demás). La forma en la que se trata la sexualidad, merecería una tesis doctoral aparte por ser especialmente enfermiza. Nadie que aprecie su tiempo debería perderlo voluntariamente con los doce episodios que conforman esta primera y, esperemos, última temporada.

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